El estrés es un estado de sobreactividad mental generado por situaciones que no nos gustan o a las que no estamos acostumbrados. Aunque pareciera que el estrés es malo, no es del todo así.
Hay situaciones, como aventarse en paracaídas, que provocan un tipo de estrés, en psicología nombrado “eustrés”, que en términos sencillos es el estrés “bueno”. Suele ocurrir en una situación que sabemos está bajo control porque estamos con expertos, que muchas personas más lo han hecho y o que hemos escuchado muchos comentarios positivos de la experiencia, por lo tanto sentimos un poco de tranquilidad al saber que todo estará bien y ganaremos una aventura más.
Sin embargo, aún después de todo esto, seguimos teniendo miedo de actividades que nos sacan de nuestra cotidianidad.
Por otro lado, tenemos el “distrés”, que se podría entender como el estrés “malo”. Es generado por situaciones de incertidumbre de las que el control sobre ellas es nulo o impredecible.
Incluso después de haber diferenciado el estrés “bueno”, del estrés “malo”, la misma psicología nos dice que ambos son parte de una adaptabilidad social indispensable para la convivencia del ser humano en cualquiera de los círculos en los que se desarrolla o quiera desarrollar. Por lo tanto, siempre estaremos expuestos a situaciones que nos saquen de la cotidianidad y la mayoría de las veces vendrá acompañado de eustrés o distrés.
¡Así es, lo que queremos decir es que el estrés es normal! ¡Pero alto ahí! La permanencia constante en estado de estrés es algo totalmente dañino para la salud física, mental y emocional.
Aunque el trabajo pareciera ser la principal razón de estrés, actualmente al encontrarnos en la era tecnológica se nos ha acostumbrado a la inmediatez, a la rápida actualización de tendencias, a estar cada vez más saturados de aspiraciones laborales, económicas o de estatus.
Las redes sociales forman parte innata de esta nueva generación con permanente sobreactividad mental, llevándonos a la irritabilidad, problemas en el sistema digestivo, dolor de cabeza, cansancio mental, entre otros efectos.
Es prácticamente imposible no sentir estrés, lo que sí es posible es aprender a gestionarlo mediante prácticas, ejercicios mentales y hábitos. Puedes comenzar a probar las siguientes recomendaciones y encontrar alguna práctica que te ayude.
- Encuentra el sentido de las cosas
¿Por qué estás haciendo eso que te genera tanto estrés? ¿Es realmente necesario hacerlo? Quizá no valga la pena someterse a esa situación si los beneficios de lo que estés haciendo serán pocos o quizá vale totalmente la pena hacerlo porque es el medio para lograr lo que te propones. - Haz las cosas pensando en ti
Siempre será menos pesado trabajar por una meta propia, la carga emocional se vuelve más llevadera cuando hay motivación de por medio - Sé independiente
Ojo, somos seres sociales y evidentemente necesitamos el uno del otro. Sin embargo, la independencia económica, social y emocional, hace que tengamos más control sobre cómo nos sentimos.
- Busca alternativas
Pon frente a ti todas las alternativas, estúdialas y elige de acuerdo a tus prioridades. - Desconéctate
Establece rituales de desconexión para olvidar por un momento esa situación de estrés, por ejemplo: Apagar el celular, establecer horarios de trabajo, no ver redes sociales durante un tiempo, etc. - Encuentra actividades te gusten
Esto va muy relacionado a la desconexión, el objetivo es mantenerte ocupado en algo que te guste y demande tu completa atención, por ejemplo: bailar, hacer ejercicio o practicar algún deporte, hacer crucigramas (cualquier hobby), etc. - Realiza alguna actividad física
Probablemente no sea algo que te guste hacer pero vale la pena intentarlo, cambia de actividad cuantas veces lo necesites hasta que encuentres una con la que te sientas cómodo, puede ser simplemente salir a caminar. La importancia de la actividad física radica en la segregación de endorfinas que ayudan a disminuir el estrés, ser más productivo y estar de buen humor. - Considera las vitaminas y suplementos alimenticios
También debemos ayudar a nuestro cuerpo, dándole la energía suficiente para mantenerse en pleno funcionamiento, esto implica la buena alimentación y de ser necesario, la ingesta de complementos como las vitaminas. - Reconoce que las cosas no pueden cambiar
Deja de agobiarte por algo imposible, todo tiene su razón de ser, no vale la pena gastar energía en algo que no cambiará. - Aprende a decir no
Pierde el miedo a los que los demás puedan pensar, tú estás por encima de todo, ponte y ponle límites a los demás sobre ti. Un no, puede ser igual de cordial que un sí. - Planifica
No dejes las cosas al último momento, prioriza y distribuye tu tiempo y dinero, si bien, son incontrolables los imprevistos, por lo menos estarás mejor preparado. - Descansa lo suficiente
No te sientas culpable por descansar, todo tiene su tiempo, incluso dormir, tomar un receso o unas vacaciones. Podrás sacar esos pendientes con mayor facilidad con la mente despejada. - Busca a un especialista
Al igual que cuando tienes fiebre y vas al médico, la salud mental y emocional tienen su importancia y quien mejor que un experto para ayudarte a sanar.
Esperamos que estos consejos te ayuden a sobrellevar esos momentos de estrés a los cuales todos nos enfrentamos. Te recomendamos practicarlos continuamente, ya que su aplicación constante te hará un experto en lograr el balance mental que todos necesitamos.