Muchas personas prefieren lavar la ropa con agua tibia o caliente por diversas razones. Mayor efectividad para quitar la suciedad, mejor desinfección o porque disuelve mejor el detergente. Si ese es tu caso, tal vez no estés considerando otros factores como el consumo de energía o los daños sobre ciertos tipos de prenda. Si colocamos en una balanza los pro y contra, te sorprenderá saber que es mejor lavar la ropa con agua fría.
Un lavado más ecológico
Si acostumbras lavar la ropa con agua caliente, probablemente ignores que este método genera ciertas reacciones químicas que dañan el tinte de algunas prendas, mientras que en otros casos debilitan las hebras de la tela cuando esta es delicada, acelerando su desgaste. Además, esta modalidad contribuye a encoger la ropa.
Por otro lado, lavar la ropa con agua caliente supone un incremento en tu gasto de electricidad. Solo el proceso de calentar el agua en la lavadora supone casi el 90% de la energía total consumida. Por estos motivos, lavar tus prendas con agua fría representa una alternativa más económica, con la que además le das una mano al planeta, ya que proteges el medio ambiente.
En la medida que utilices un detergente compatible con el agua fría, puedes obtener grandes ventajas al lavar tu ropa en esta modalidad. Además del ahorro de energía, evitarás que tus prendas más delicadas se encojan o se destiñan. De esta forma, lograrás alargar su vida útil lo máximo posible.
Como recomendación, si alguna de tus prendas ha sufrido una mancha difícil de retirar como tinta, sangre, césped, salsa de tomate, etc., puedes realizar un primer lavado a mano con agua tibia y detergente, para luego realizar el lavado en frío. De esa forma evitarás un gasto de electricidad innecesario.
La temperatura ideal para que tu ropa conserve su color y tamaño original es por debajo de los 30 grados. De todos modos, nunca está de más leer la etiqueta de cada prenda para conocer las recomendaciones para su lavado.
La importancia de un detergente enzimático
Los beneficios de lavar la ropa con agua caliente también se pueden obtener -y mejorar- utilizando agua fría, pero depende de un factor de gran importancia: el detergente que utilizas. La oferta del mercado es bastante amplia y variada, pero si buscas una efectividad garantizada, debes utilizar uno elaborado a base de enzimas.
Desde un punto de vista general, las enzimas son proteínas presentes en todos los seres vivos, cuya función principal es catalizar una serie de reacciones químicas. Encontramos enzimas en los alimentos y en nuestro organismo, ayudándonos a realizar una óptima digestión. Gracias a sus propiedades, también están presentes en muchos procesos industriales, como por ejemplo la fabricación de algunos detergentes.
Una de las principales funciones que cumplen las enzimas durante el lavado de ropa es quitar las manchas más difíciles. Gracias a esta capacidad, poco a poco están reemplazando a los detergentes con sustancias cáusticas, que pueden llegar a ser tóxicos para tu salud o la de tu familia si se combinan con otros productos de limpieza.
Basta una molécula de enzima para lograr un efecto significativo sobre una gran cantidad de moléculas de sustrato (manchas). Gracias a ello, se necesita apenas un mínimo de volumen enzimático en el detergente para lograr grandes resultados, precisamente por su poder catalizador.
Además de quitar las manchas más difíciles aún cuando utilices agua a baja temperatura, el poder de las enzimas brinda una protección más avanzada a los tejidos de la ropa, evitando su desgaste o que pierda su color.
Desde el punto de vista ecológico, otro de los beneficios de utilizar detergentes enzimáticos es que muchos de ellos son biodegradables. Eso significa que todos sus componentes se degradan de forma natural poco tiempo después del lavado, evitando que se acumulen en el ecosistema.