En el mundo moderno las cosas suceden con rapidez y todo debe ser inmediato. Disponer de tiempo para preparar una dieta nutritiva es un lujo que no todos pueden darse, por lo que muchos optan por alimentos ya preparados, que son más fáciles de obtener. El problema es que, por lo general, estas comidas suelen ser procesadas y ricas en calorías. Si a esto le sumamos un estilo de vida sedentario, nos enfrentamos a posibles problemas de obesidad.
Optar por un estilo de vida saludable que incluya una alimentación balanceada no siempre es tarea fácil. Llega un momento del día en que sentimos un antojo irresistible por comida chatarra, es decir, alimentos bajos en nutrientes pero altos en azúcares y grasas, que terminan volviéndose adictivos.
Buena parte de la comida considerada como chatarra ha pasado por diferentes etapas de procesamiento y contiene carbohidratos refinados, que se disuelven rápidamente y alteran tus niveles de azúcar en la sangre. En consecuencia, provocan que los antojos regresen a los pocos minutos. Esta es una de las razones más comunes por la que muchos afirman tener hambre todo el tiempo.
Cuidado con el estrés
El antojo constante por comida chatarra es resultado de una interacción entre el estómago y el cerebro, que se hace evidente en especial cuando atraviesas por cuadros de estrés. La explicación es sencilla. Cada vez que presentas una carga emocional negativa, tu organismo busca sobrellevarlo con algo que te haga sentir mejor, y la “solución” más inmediata es buscar alimentos agradables al paladar.
Diferentes estudios han demostrado que el cerebro percibe a los alimentos altos en calorías como recompensas, ya que su consumo genera una sensación de satisfacción momentánea. Esta especie de dependencia se puede comparar con la adicción a las drogas, así que no se trata de un asunto menor.
Lejos de contribuir a tu bienestar, el consumo constante de comida chatarra puede afectar negativamente tu salud emocional. Tus tensiones quedan retenidas y pueden ocasionar un debilitamiento de la glándula suprarrenal, responsable de producir hormonas como el cortisol, de gran importancia para responder ante el estrés.
Efectos en la salud
Todos sabemos que el consumo excesivo de las famosas “comidas de trampa” o cheat meal influye directamente en el aumento de peso, debido a los elevados niveles de grasas, azúcares y sales que ingresan al organismo. Pero la obesidad es solo uno de tantos efectos que la comida chatarra puede tener sobre la salud.
El sistema digestivo es uno de los que más sufre por la presencia elevada de calorías. Estreñimiento, reflujo o irritación son algunos de los efectos más inmediatos. Aún más grave es el mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, debido a la acumulación de colesterol y triglicéridos en la sangre, a causa de las grasas saturadas. En estos casos, es recomendable el consumo frecuente de Omega 3.
Por otro lado, las dietas calóricas y azucaradas afectan el hipocampo, un componente cerebral asociado con la memoria y el aprendizaje. Incrementa además el riesgo de padecer hipertensión, problemas renales, diabetes tipo 2, fatiga crónica, depresión, entre otras afecciones.
¿Cómo resistirse a la comida chatarra?
Más que resistirse a los antojos de comida chatarra, lo ideal es no tenerlos. ¿Cómo lograrlo? Mantener una dieta equilibrada con bajos índices de azúcar y grasas es fundamental, pero también es importante añadir actividad física regular y hábitos saludables a lo largo del día.
Especialistas recomiendan algunos tips para alejarte de los antojos como evitar ir a supermercados (para no caer en tentación), no llevar dinero en efectivo, mantener la mente ocupada, elaborar un plan de alimentación y, en especial, dividir las comidas diarias en varias porciones pequeñas, para alejar la incómoda sensación de tener el estómago vacío.
Ir a paso lento es fundamental. Si tienes un largo historial con la comida chatarra, no esperes dejarla de la noche a la mañana. Sé paciente y aléjate poco a poco de esas situaciones que te incitan a recaer.