Todos sabemos que el consumo de vitaminas es fundamental para que el cuerpo se mantenga saludable. Si bien cada vitamina tiene sus propias características y cumple funciones determinadas, hay algunas que trabajan mejor en conjunto, complementándose entre sí para ofrecer grandes beneficios al organismo.
Uno de estos casos corresponde a las vitaminas K2 y D3, cuya combinación permite una correcta distribución de las moléculas de calcio a través de los huesos, los vasos sanguíneos y el corazón, contribuyendo a una buena salud de los sistemas óseo y cardiovascular. Conoce a continuación más detalles sobre estos nutrientes y su importancia.
Vitamina K2, coagulante natural
Si hacemos una clasificación entre todos los grupos de vitaminas, probablemente la vitamina K figure entre las menos populares. Aún así, se le conoce por su función en la coagulación de la sangre. De hecho, su nombre es la inicial del término danés koagulation. Lo que pocos saben es que sus beneficios van mucho más allá.
La vitamina K también es necesaria para que el cuerpo aproveche las proteínas y pueda desarrollar un sistema óseo saludable. De forma específica, la vitamina K2 (menaquinona) permite que el calcio fortalezca los huesos y no se fije en las arterias. Esta función es muy importante para prevenir enfermedades como osteoporosis, artrosis, arterioesclerosis, entre otras. Asimismo, reduce el riesgo de sufrir un infarto.
Otros beneficios de la vitamina K2 están relacionados con la salud de los dientes, la prevención de enfermedades degenerativas y, según estudios recientes, protección contra algunos tipos de cáncer, como el de próstata y de hígado.
Notarás una deficiencia de vitamina K2 en tu organismo si eres propenso a sufrir hematomas en la piel o hemorragias constantes. Ambos son indicadores de una coagulación de sangre lenta. Otros efectos son las arrugas y un mayor riesgo de padecer osteoporosis.
Por suerte, existen diversas fuentes de vitamina K2. Una pequeña parte se obtiene de la vitamina K1, a través de bacteroides intestinales, pero también la puedes incorporar a tu dieta a través de los vegetales verdes. Los productos lácteos enteros y grasas animales son otras fuentes de vitamina K2.
Vitamina D3, la vitamina del sol
Como explicamos en un artículo anterior, la vitamina D es clave para evitar la descalcificación de los huesos. Obtenerla es más sencillo, ya que nuestra principal fuente son los rayos del sol, aunque también está presente en alimentos como los pescados grasos (salmón, caballa), yema de huevo, queso y algunos tipos de hongos.
La vitamina D3 (colecalciferol) es un compuesto liposoluble que cumple una función importante en el desarrollo del sistema inmunológico. Tener buenos niveles de este micronutriente en el organismo disminuye en buena parte la posibilidad de sufrir fracturas, ya que fortalece los huesos a través de una mejor absorción del calcio.
Además de su función absorbente, la vitamina D3 nos puede ser de gran ayuda para mejorar los procesos metabólicos a nivel neuronal, lo cual es importante para evitar problemas de salud mental o el desarrollo de males neurodegenerativos. Su consumo es recomendable en especial en mayores de 50 años, pues con la edad se va perdiendo la capacidad se sintetizarla.
En años recientes, estudios han revelado que aquellos que consumen vitamina D3 son menos propensos a sufrir enfermedades cardiovasculares y también presentan un riesgo menor de padecer diabetes tipo 2.
K2 y D3, efecto sinérgico
Como has podido notar, tanto la vitamina K2 como la vitamina D3 son de gran utilidad para aquellos que sufren de debilidad en los huesos y salud cardiovascular deficiente. Pero si juntamos ambos nutrientes, los resultados serán aún mejores.
Básicamente, la vitamina D facilita la obtención de vitamina K. Pero la vitamina K, a su vez, ayuda a potenciar los beneficios de la vitamina D. Este efecto sinérgico es positivo para el organismo, ya que ayuda a que los huesos se fortalezcan y no pierdan su estructura. También favorecen la densidad ósea y facilitan la acumulación de osteocalcina.
La fusión de ambas vitaminas también contribuye a una mejor salud cardiovascular. Esto se debe a que la vitamina D toma el calcio del torrente sanguíneo, mientras la vitamina K se encarga de regular la presencia de este mineral.